Griselda
Labbate
Abstract
En este escrito
se llevará a cabo el análisis y problematización de la ‘’escucha causal’’,
planteada por Pierre schaeffer en sus investigaciones acerca del sonido y las
diferentes formas de percibirlo en su ‘’Tratado de los objetos musicales’’ de
1966.
Este artículo fue publicado por la Universidad de Palermo en 2013 y puede encontrarse on line en http://fido.palermo.edu/servicios_dyc/publicacionesdc/vista/detalle_articulo.php?id_articulo=8896&id_libro=430
Introducción
En su ''Tratado
de los objetos musicales'' de 1966,Pierre Schaeffer- ingeniero en
comunicaciones ,investigador, músico, creador de la música concreta-,se refiere
a la audición de los sonidos musicales y
no musicales .
Destaca cuatro
formas diferentes de escucharlos una vez
que atraviesan el oído humano.
Es por este
motivo que, el capítulo III del Libro I[1], está denominado
''Las cuatro escuchas''.
De él partiremos
para realizar una problematización de una de estas formas de percibir los
sonidos, ya que, su denominación, presenta datos, a nuestro entender,
susceptibles de ser trabajados en profundidad.
Para centrarnos
en este tema, primero desglosaremos la palabra ''escucha'' de acuerdo al Tratado
del mencionado investigador.
Luego nos iremos
internando en el mundo de la llamada ‘’escucha causal’’.
Las escuchas
‘’… esta
investigación tuvo un doble objeto. Por un lado,
realizar
una ordenación del universo sonoro –tal como la
haría un
botánico con el reino vegetal- y por otro, tomar
como
objeto de conocimiento a las propias percepciones.
Es decir
a los mecanismos a partir de los cuales esa
ordenación
se realiza.’’(Eiriz, 2012:68).
En el capítulo
acerca de las escuchas, Schaeffer comienza describiendo cuatro formas de escuchar los sonidos o cuatro
funciones de la escucha. Las denominó ''escuchar'', ''oir'', ''entender'' y
''comprender''.
Estas diferentes
actividades del oído sugieren un ''itinerario progresivo'' para describir
funciones específicas de la audición, pero al mismo tiempo, esto no significa
que deban ocurrir en el orden que serán expuestas, sino que unas complementan a
las otras y, en general, cuando escuchamos nos valemos de más de una.
''Escuchar''
es prestar el oído, interesarse por algún suceso sonoro de ese momento. Esta es
la escucha más natural, queriendo significar que está presente en todas las
culturas, incluyendo a los animales. Dice Schaefffer ''yo escucho lo que me
interesa.’’(Schaeffer,1988: 66).
Esta definición
nos dice que escuchar significaría prestar atención a un determinado estímulo
sonoro. Michel Chion, en su ''Guía de los objetos sonoros'' agrega que,
por intermedio del sonido escuchado podremos distinguir la fuente de la que
proviene, el evento o causa. El sonido es tratado aquí como un indicio de la
fuente sonora que lo produce.
Continuando con
las cuatro escuchas propuestas por Pierre Schaeffer, encontramos que,''oir'',
es definida como dirigir el oído hacia donde se reciben los sonidos. Según
Schaeffer ''oir es ser golpeado por los sonidos''(Schaeffer,1966:61).
Oímos a condición
de no estar sordos. Este sería el nivel del ''sonido bruto'', el más elemental
de la percepción. Michael Chion aclara, en la mencionada ‘’Guía de los objetos
sonoros’’ que, en esta instancia, la audición es pasiva y repleta de sonidos
que no se estaban buscando ni escuchar ni comprender. Se trataría, para
nosotros, de una escucha sincrética, es decir, sin diferenciaciones de ningún
tipo ni conceptualizaciones, una recepción del sonido desde una percepción
generalizada.
Según Claudio Eiriz[2],
se trataría de un concepto límite entre la pura biología y los complejos
procesos de simbolización.(Eiriz, 2012:69).
Nos referiremos
ahora a la distinción que Shcaeffer hace entre entender y comprender en el
Tratado de los objetos musicales. ''Entender'' está definido aquí como tener
una intención hacia lo que escucho y aquello que entiendo estará en función de
esa intención que es complementada por lo que me interesa. Nos encontramos en un
estrato de cualificación de lo
escuchado. Se seleccionarán en esta instancia ciertos aspectos del sonido por
sobre otros.
''Comprender'' deriva
del hecho de entender, de haber decidido entender. Se trata de un estrato en el
cual le otorgamos sentido a lo que escuchamos, le otorgamos valores,
significados acordes a un código.'' Comprendo lo que quería comprender,
aquello por lo que yo escuchaba.''(Schaeffer,1988: 66). Y, a la inversa,
diríamos que ''lo que he comprendido dirige mi escucha, informa a lo que yo
entiendo.''(Sachaeffer,1988:66).
De este modo
comprender se nos presenta como una forma intencionada de escuchar que nos
permitirá ir más allá del acontecimiento sonoro para llevarlo a un plano más
personal y específico. Se trata al sonido como un signo, dando lugar a la
escucha del sentido del mismo. Schaeffer
la denomina ‘’escucha
semántica’’, ya que la palabra es el ejemplo típico de este caso.
Esta descripción
sucesiva de cuatro formas de escuchar, como ya hemos dicho, no significa que
lleven implícito ningún orden en particular , por el contrario, las mismas
están siempre conectadas y se puede
pasar de una a otra instantáneamente.
Debemos recordar
un dato importante. Schaeffer, en todo momento tiene presente al sujeto de la
escucha y es a partir de él que realiza todas sus clasificaciones.
‘’Es
imposible hablar de los objetos sonoros que –en tanto
tales-constituyen
aquello que ponemos por delante, sin tener
la
presencia, aunque menos sea como trasfondo, del sujeto que
los
pone delante y los ordena a través de unas operaciones…El
sujeto
en esta investigación a la que hacemos referencia, como
ya se ha dicho, no constituye un recipiente,
una conciencia
subjetiva
que se diferencia claramente de ‘’un mundo exterior
objetivo’’.
El sujeto en este marco es visto como el centro desde
donde
se ejerce la acción de la mediación’’(Eiriz, 2012:68).
Eiriz hace
referencia a estos mecanismos de escucha sonora y musical como una ‘’teoría de las posiciones de escucha’’,
cuyo procedimiento es ‘’escucharse
escuchar’’ como el mismo Schaeffer expresa. Así que, retomando las
funciones de la escucha de Schaeffer mencionadas hasta ahora, es de estas
derivaciones de las que desglozará sólo tres formas de escuchar los sonidos o
tres posiciones de escucha diferentes.
Las dos primeras
y más primitivas posiciones de escucha se dirigen una a los indicios acerca del
acontecimiento o causa que produjo el sonido –forma de escucha que no recibe un
nombre específico en el Tratado de los objetos musicales- y, la otra, a su
sentido o sus valores, denominada ‘’escucha
semántica’’. La tercera escucha es descubierta por Schaeffer y será entorno
de la cual girarán sus investigaciones más sobresalientes. La denominó ‘’escucha reducida’’. Este tipo de escucha no tiene
en cuenta ni los indicios ni los valores del sonido escuchado, es decir que no
se remite ni a la fuente sonora ni al código sonoro. Es una forma de
escuchar que se presenta, en un primer
acercamiento, en oposición a estas dos anteriores. No nos extenderemos sobre
este tema ya que no es el centro de este trabajo.
Volviendo a las posiciones
de escucha, encontramos que, a la
escucha de los indicios Schaeffer no le atribuye un nombre específico; sí lo
harán más adelante los seguidores de este investigador al denominarla ‘’escucha
causal’’. Para la función de entender, tenemos la ‘’escucha reducida’’. Es el
mismo Schaeffer el que debió crear el contexto para esta forma de escucha desde
sus investigaciones y postulados.
Para la función
de comprender lo sonoro, encontramos la correspondiente ‘’escucha semántica’’.
Oir es considerada sólamente como un momento de transferencia de energía desde
el mundo exterior al cerebro, por lo que no se le atribuye ninguna posición en
la escucha.[3]
De este modo se
corresponderán cada función auditiva con una posición de escuchar particular,
forma que seleccionará determinados aspectos del objeto sonoro de acuerdo a su
modalidad, convirtiéndolo en un sonido diferente para cada una. Estas tres
posiciones de escucha tendrán tres tipos de objeto de estudio diferentes según
de cual se trate. No hay un solo objeto de estudio sino varios.
‘’Nos vemos
obligados ahora a desdoblar el balance de las
escuchas …
para manifestar, separando intenciones auditivas
y objetos
de audición,la complejidad de los fenómenos de la
percepción.’’(Schaeffer,1988:83).
Es decir que, de
acuerdo a la postura desde la cual se establezca relación con el sonido éste
adoptará diferentes propiedades. No se tratará del mismo sonido para la primera
forma de escucha, que se remite a los indicios, que para las otras dos, una
remitida al código y la otra a las propiedades internas del mismo.
Para la escucha
causal su objetivo será identificar la fuente sonora sirviéndose de los
indicios sonoros dados a nuestra audición; para la escucha semántica, la meta
se corresponderá con significar y cualificar los sonidos escuchados y, para la
escucha reducida, su función será la de profundizar en el sonido en sí, en sus
propiedades intrínsecas sin aludir ni a la causa ni al sentido.
La contextualización de las posiciones de escucha
Pierre Schaeffer
distinguió dos grupos de escucha, uno ‘’concreto’’, donde encontramos las
funciones de escuchar y oir los sonidos
y uno ‘’abstracto’’, compuesto por entenderlos y comprenderlos. Cuando la
escucha se dirige hacia lo concreto, Schaeffer hace alusión a las virtualidades
a percibir contenidas en el objeto sonoro en cuestión y a las referencias
causales. Cuando la atención se compromete con la abstracción se trata de un
nivel de separación que consiste en retener del objeto auditivo las cualidades
que responden a la intención del sujeto.
Pero existen dos
agrupamientos más complejos que contextualizan a estas cuatro funciones y los
respectivos tipos de escucha.
En el Tratado,
una vez descriptas las funciones de la
escucha, crea dos parejas: la escucha natural y la escucha cultural,
por un lado y,
por otro, la escucha vulgar y la escucha práctica.
''Por escucha natural queremos describir la
tendencia
prioritaria y primitiva a servirse del
sonido para
señalar un acontecimiento.''(Schaeffer,1988:
71).
Schaeffer
comienza su explicación de la ‘’escucha natural’’ como un aparente sinónimo de
‘’escucha causal’’.
Se pueden aplicar,
por este motivo, preguntas clave que nos explicarían más claramente de qué
estamos hablando. Se trata de cuestionarnos por la fuente sonora: ''¿Qué es
esto?¿Qué está pasando?¿Qué es lo que estoy escuchando?'' Si estamos preguntándonos
por la causa del sonido, nos encontramos al nivel de la escucha causal.
En el Tratado de
los objetos musicales, Schaeffer agrupa las dos primeras formas de escuchar los sonidos, la mencionada escucha
causal y la escucha semántica, dentro de esta ''escucha natural''.
Este tipo de
escucha, la escucha natural, es común
tanto a los hombres de cualquier civilización como a los animales, quienes
tienen un oído más fino que el humano y a partir de un indicio sonoro pueden
inducir más fácilmente y en general, las circunstancias que lo provocaron.
Por escucha cultural
Schaeffer define a aquella que es privativa de una comunidad o colectividad de
individuos, donde los acontecimientos que produjeron el sonido ya no son
relevantes y se dirige la comprensión directamente al mensaje, a los valores o a
la significación.
Pero esto no
queda aquí, existe todavía otra pareja por definir, la de la escucha vulgar y
la escucha práctica o especializada. Esta pareja hará incapié en lo referente a
las diferentes competencias que se requieren para cada una, por lo que estarán
relacionadas con el tipo de entramado conceptual previo que presente el sujeto
de la escucha.
En la escucha
vulgar o banal no hay una intención de entender o comprender y puede suceder durante
la escucha natural y la cultural pero de modo superficial. No se necesitan
conocimientos especializados para dirigir la atención de la escucha. En el caso
de la escucha práctica, en cambio, el especialista elegirá deliberadamente
aquello que quiere escuchar.
Para la escucha
vulgar el oyente no presenta curiosidad por el objeto sonoro y se limita a
situar lo escuchado entre la multitud de figuras sonoras que constituyen su
mundo sonoro cotidiano.
Aclarando también
la definición de escucha especializada, Schaeffer dirá que el especialista es,
en primer lugar, un oyente vulgar, que además se aproximará al objeto a través
de un sistema de significaciones sonoras bien diferenciado desde el cual oirá
sólo aquello que concierne a su atención particular.
‘’La
señal de la escucha práctica, es precisamente la
desaparición
de las significaciones vulgares en beneficio
de lo que
atañe a una actividad específica.’’(Schaeffer,1966:73).
De todos modos,
haremos aquí la primera llamada para recalcar que no existen ni una escucha
natural ni una escucha vulgar absolutas.
En el capítulo XI del ya mencionado Tratado, Schaeffer vuelve a mencionar la
oposición auditiva cultural-natural postulando, para esta última, un oído
humano universal anterior a las culturas. Expondrá ahora una oposición
diferente: lo natural contra lo convencional. De este modo se podría decir que,
para Schaeffer, ''lo natural'' significaría no permitir el pasaje de la escucha
por convenciones, lo que equivaldría a tratar de evitar unir conceptos con
sonidos. Desde ya que, el mismo autor, reconoce que este es un movimiento casi
imposible de evitar, porque desde la misma infancia nos es inculcado el ''lenguaje
de las cosas''. Desde muy temprana edad los sonidos comienzan a ser
denominados y, de este modo, encapsulados, para la misma escucha. Un proceso
ideal para apreciar los sonidos, según Schaeffer, sería poder escuchar un ruido
que no conocemos y evitar esa compulsión de querer unirlo de inmediato a una
cadena de significados y calificaciones o pretender identificar su causa. Este
parecería ser el ideal de escucha natural propuesto por Pierre Schaeffer, quien
lo reconoce también como una experiencia imposible de realizar por el ser
humano ya que con el aprendizaje de los conceptos va de la mano el alejamiento de
este modelo de escucha.
Dejamos
nuevamente en claro la existencia de una escucha natural para Schaeffer, pero
existente sólo en forma ideal. El mismo autor nos dice, al respecto de los
ruidos -que hasta el momento, para la música, habían quedado afuera del
universo sonoro por no ser considerados ‘’sonidos consonantes, armónicos,
etc’’- que son clasificados fácilmente como naturales,
pero se pregunta si ‘’ ¿podrían ser comprendidos sin la ayuda de una
experiencia en la que la civilización ayuda a la naturaleza?’’(Schaeffer, 1988:
186). La pregunta queda abierta.
Otro punto a
mencionar es la utilización que hace el autor, en reiteradas ocasiones, del
término escucha ''vulgar'', como sinónimo de escucha ''natural''. Esta, a su
vez, es mencionada como sinónimo de escucha ‘’causal’’, como ocurre en el punto
11 del Capítulo III del Libro I. En el capítulo IX, Schaeffer menciona que, en
el capítulo anterior, vemos como la escucha vulgar nos remite tanto al
acontecimiento sonoro como al sentido, volviendo a incluir a la escucha
semántica dentro de lo que sería la escucha causal. Pero si lo natural evita
unir conceptos con sonidos debemos entonces atenernos a considerar, como
venimos diciendo, que la escucha natural existe sólo en forma ideal y no se
corresponde ni con la escucha de los indicios ni del sentido.
No estamos de
acuerdo con estas sustituciones de nombres, además, ya que, para nosotros, el
hecho de pasar de un eje a otro podría constituir un factor de error. La pareja
natural-cultural o convencional está contenida en un contexto colectivo y
general, mientras que la pareja vulgar-práctica, pareciera remitirse a un
contexto de especialización inmerso en el contexto anterior.
Se podría hablar
entonces de una escucha natural y vulgar pero no de una escucha natural y
práctica. Si la idea es remitirnos con la palabra ‘’natural’’ a algo primario,
primitivo, no podremos mezclarlo con la especialización que demanda la escucha
práctica. Se podrían armar otras parejas, como la de una escucha cultural y
vulgar y, ahora sí, la de una escucha cultural y práctica, ya que, luego de la
culturalización general profundizaríamos nuestros conocimientos adquiriendo una
especialización en determinada área.
La escucha
natural-cultural es el contexto mayor de la escucha vulgar-práctica, que a su
vez es el contexto de las escuchas causal, semántica y reducida. Si nos
encontramos, por ejemplo, al nivel de la escucha vulgar, el contexto que recae
en lo inmediato es el natural-cultural. Con esto queremos decir que éste no es
nombrado pero permanece contenido en el nivel inferior y viceversa, si anclamos
en la escucha natural-cultural, los otros niveles son los que permanecerán
suspendidos pero, a su vez, contenidos en ellos.
Expondremos en un
cuadro la organización de las escuchas en base a lo conceptualizado anteriormente:
A partir de este esquema, se podrán analizar las
posiciones de escucha con mayor claridad. Por ejemplo, podremos decir que
existe una escucha causal-vulgar-cultural, en la que, el individuo, trata de
descifrar el acontecimiento sonoro, de acuerdo a sus intereses, a través de sus
indicios pero desde una postura no especializada en ninguna disciplina que
trate lo sonoro o lo musical y que, además, está inmerso en una cultura epocal,
es decir, de su tiempo histórico y lugar geográfico.Un individuo escucha algo y
luego de preguntarse de qué se trata deduce, gracias a la información que le
brinda lo escuchado que se trata de un violín.
Podremos hablar
también de una escucha causal-práctica-cultural, donde los sucesos sonoros son
el indicio de su fuente sonora, pero son captados desde una especialización en
música o sonido, dándole a este individuo un rango mayor de amplitud de su
audición permitiéndole distinguir más cantidad y calidad de elementos que a
otro individuo no especializado. A su vez, el auditor en cuestión estará
acotado por la cultura de su tiempo, como en el ejemplo anterior. El individuo
en cuestión no sólo podrá deducir que se trata de un violín sino que tal vez
pueda escuchar cuál es la calidad del sonido producido. De todos modos, en el
caso de una escucha especializada, las escuchas causal y semántica se
encuentran muy ligadas, ya que el sujeto preparado probablemente perciba además
de qué instrumento musical se trata, la calidad de la interpretación, las
alturas y ritmos interpretados, etc. Además,a la pregunta de ¿qué es esto que
escucho? le sobrevenga una respuesta también más enriquecida como ‘’se trata de
un violinista interpretando’’.
Otro tanto puede
trazarse con la escucha semántica, que puede ser tanto vulgar como práctica,
siempre desde un contexto cultural. Si la escucha semántica es vulgar, el
sujeto tomrá una posición que se limitará a comprender lo que escucha y
responder de acuerdo a ello, como puede ser, por ejemplo, una charla con un
amigo. Si se trata de una escucha semántica especializada, el sujeto tal vez,
haga incapié no sólo en lo que se dice, sino en cómo se hace, en deducir si los
momentos y las palabras son apropiadas para el tema en cuestión, si el uso de
la retórica es adecuado, etc.
Y algo similar le
correspondería a la escucha reducida, realizada desde un contexto
vulgar-cultural o especializado-cultural. El sujeto se interesará por el timbre
armónico del violín o el grano de los sonidos, por la tesitura que utiliza el
hablante para emitir su discurso,etc, en el caso de una escucha reducida
práctica.
Un curioso
ejemplo de escucha reducida vulgar podría ser el que nos da el mismo Schaeffer
acerca de la audición de la orquesta sinfónica.
En él, el autor
nos propone colocarnos en una actitud ‘’contemplativa’’ y, en lugar de
seleccionar una fuente sonora específica, nos esforcemos en oir todo a la vez,
toda la orquesta a la vez, todas las fuentes a la vez, sin seguir la línea de
los violines o el canto de las flautas. Schaeffer no considera este hecho como
escucha reducida en pleno, pero la considera un primer paso hacia ella, es
decir que podría ser denominada escucha reducida vulgar. Ya no existe un
interés por los objetos exteriores, ni por las causas.
Además, el hecho
de poder pasar, constantemente, de una posición de escucha a otra, nos permite
enriquecer nuestra audición ya que, continuando con el ejemplo de la orquesta,
podemos centrarnos, por un momento, en alguna fuente sonora en particular,
luego en algún parámetro musical en especial –llámese melodía, rítmica,
armonía, textura, forma,etc.-, en el contexto histórico geográfico de la obra o
sólo en la masa sonora completa.
Al interior de
las posiciones de escucha podemos trazar otro camino contextual, desde la
escucha causal pasando luego a la semántica y de allí hasta la escucha
reducida. Anclando en cualquiera de ellas, las otras dos se vuelven inmediatas
y quedan superadas, suprimidas y conservadas en ella. Superadas porque las
engloba un nivel superior de integración o uno inferior; suprimidas porque no
son parte del texto y, conservadas, porque aún sin ser mencionadas forman parte
del nivel en cuestión, sin las unas no existirían las otras. Si nos situamos al
nivel de la escucha causal, por ejemplo, la escucha semántica y la escucha
reducida pasan al fondo de nuestra percepción pero en posición dialéctica con
respecto a ella. Si la escucha causal es generalmente la primera posición de
escucha, se puede decir que ésta contextualiza a la escucha semántica, es
decir, la escucha del sentido del sonido, que ocurrirá al dejar suspendida la
escucha anterior , llegando, si es el caso, a la escucha reducida, donde las
otras dos se vuelven inmediatas y sólo nos remitimos a las propiedades del
sonido en sí mismo.
Podemos agregar
un cuadro más a esta explicación:
La escucha ‘’causal’’
‘’La
intención ordinaria de remontarse a las causas … si nos
privan de
la visión del instrumento … si no recibimos ninguna
explicación anterior y nos separan del contexto, tendremos más
curiosidad por saber quién toca, de dónde proviene ese extraño
ruido,
qué lo origina y qué significa.’’(Shcaeffer, 1988:87).
Pierre Schaeffer
nunca denominó de este modo a ninguno de los tipos y funciones de escucha que
clasifica en el Tratado de los objetos musicales. Con este apelativo se intenta denominar a
aquello que, para Schaeffer, significa escuchar naturalmente dirigiéndose a la
fuente sonora.
La escucha
‘’causal’’ es aquella que nos remite a la causa del sonido, a la fuente sonora
considerando, por este motivo, al sonido, su efecto.
Dice Schaeffer:
‘’Yo escucho
un acontecimiento e intento identificar su fuente
sonora(…) No me detengo en lo que percibo pero me
sirvo de ello
sin
saberlo. Trato al sonido como un indicio que señala otra
cosa.’’(Schaeffer,1966,67)
Este tipo de
escucha es considerada la más primitiva y espontánea que podemos realizar tanto
humanos como animales. La identificación de un acontecimiento sonoro con su
contexto causal es instantánea.
Si nos remitimos
a la clasificación de las funciones de la escucha esta forma se correspondería
con la ‘’escucha’’, ya que otros aspectos como significarlo o cualificarlo se
interpretan más bien desde lo que Schaeffer denomina ‘’entender’’ y
‘’comprender’’.
La escucha causal
fue pensada seguramente por Schaeffer en situación acusmática, es decir, sin
que el sujeto esté viendo las causas de donde proviene el sonido. De todos
modos una escucha causal no acusmática es posible, ya que, por más que estemos
en una estación de tren y el tren esté presente, si se escuchan sus sonidos
notaremos que nos remitimos de inmediato a él. Para Chion, la visibilidad de la
causa permite que el sonido aporte información suplementaria sobre ella. En el
caso de la escucha acusmática se trataría de una evocación de la fuente
ausente, es decir, la re-presentación de la causa en nuestra mente. En este
caso, el sonido será nuestra principal fuente de información.
Para Michel Chion
existen varios niveles de escucha causal. En un primer caso se refiere a un
sonido único o a la voz de una persona determinada.[4]Las voces de
personas que nos son conocidas pueden ser rápidamente identificadas. Dentro de
este nivel, existe un caso particular en el que podemos reconocer una voz sin
conocer a la persona, en el momento en que escuchamos radio o una voz en
‘’off’’. Abrimos en nuestra memoria un expediente descriptivo de esa persona en
la que sólo aparecerá el timbre de su voz, dejando en blanco cualquier otro
dato personal, desde su nombre hasta su rostro.
Como Michel Chion
no le da un nombre a este primer tipo de escucha causal, como hará con los
casos subsiguientes nos permitiremos, por el momento, denominarla escucha causal determinada.
Otro nivel de
escucha causal para Chion es aquel en el que no reconocemos a un individuo o
item particular sino a una categoría con causa humana, mecánica o animal. Se
trata de los casos en los que existe una distancia personal con estas fuentes;
ya no se trata de la voz de una persona conocida sino de la de un hombre
adulto; no se trata del vecino haciendo arrancar su auto sino de un vehículo
que arranca, etc. A este tipo de escucha causal tampoco le otorga Chion un nombre así que la denominaremos escucha causal indeterminada.
Tomando más distancia todavía tendremos casos
en los que sólo podremos deducir la naturaleza
de la causa,al referirnos al sonido escuchado con expresiones tales como
que ‘’se trata de algo mecánico’’o que ‘’se
trata de algo humano’’.
Los sonidos
también tienen un devenir en el tiempo y es así como podemos rastrear su historia causal,último nivel de esta
posición de escucha propuesto por Chion. Escucharemos, entonces, cambios de
velocidad, cambios de intensidad, sin saber, incluso, qué es aquello que
estamos escuchando o cuál es su fuente.
Como se podrá
apreciar Chion parte de la voz, el más humano de los sonidos que podamos
producir y se va alejando en la naturaleza de los mismos hasta llegar a una
deshumanización completa, cuando eleva su ojo observador –o deberíamos decir su
oído auditor- a niveles de integración superiores unos de los otros. Es decir
que, cuando Chion se remite a lo mecánico, humano o animal de una causa nos
está colocando en un punto alejado de lo netamente humano y humano reconocible.
Al dirigirse a la historia de la causa, los objetos de estudio pasarán a ser
valores, tales como un acelerando, un
ralentando en velocidad, un creciendo o un
disminuyendo en intensidad o sonidos con historias más breves, de las cuales
sólo podremos distinguir un valor rápido, lento, fuerte, suave, entre otros
tantos. En este nivel de escucha ya no quedan rastros humanizantes. Pero, al
mismo tiempo, estos adjetivos son transformados de nuevo en sustantivos. Un
rasgo pasa a convertirse en un todo nuevamente, una cualidad se vuelve nombre
propio y, en ese acto, se vuelve a humanizar.
En la sección
anterior vimos que existen niveles de integración superior de la escucha
causal: la escucha vulgar-práctica y, luego, a otro nivel, la escucha
natural-cultural.
Ahora podemos
observar que, del mismo modo, la escucha causal pasa a convertirse en el
contexto de sus diferentes tipos: desde un sonido único y fácilmente
reconocible hasta sus meros valores.
En este gráfico
resumiremos los conceptos mencionados:
Cada nivel
contextualiza al subsiguiente y a su vez lo contiene, es decir que si el sujeto
realiza una escucha causal determinada, ésta, incluye a los valores y
naturaleza de la causa lo mismo que a la escucha indeterminada. Aunque no esté
anclando en ellos están superados, suprimidos y conservados en este nivel de
integración superior. Si la escucha la realiza desde la naturaleza de la causa,
esta posición contendrá a los valores o historia de la misma siendo su contexto
la escucha indeterminada que a su vez es contextualizada por la escucha
determinada. Como se puede apreciar todos los niveles están siempre presentes
dialécticamente como ocurriera con las escuchas causal, semántica y reducida y,
a su vez con las escuchas vulgar-práctica y natural-cultural.
Además, con estos
niveles de escucha causal se pueden hacer los mismos recorridos que con los
tres tipos de escucha y sus contextos, como se planteó precedentemente. Un
sujeto pasará así de un tipo de escucha a otro sin un orden predeterminado y en
cuestión de instantes. Podemos ejemplificar este hecho del siguiente modo: se
escucha algo mecánico –naturaleza de la causa-, que inmediatamente pasa a ser
el motor de un auto – escucha indeterminada-, del que inmediatamente y casi en
simultáneo escuchamos la cercanía de la fuente –valores de la causa-, llegando
así a identificar que se trata del auto del vecino –escucha determinada-,
creando en nuestra mente la posibilidad de la siguiente construcción
sintáctica: ‘’el vecino de al lado está haciendo arrancar su auto’’.
Con este ejemplo
estamos planteando un nuevo problema, ¿cuál es la causa de ese sonido que
escucho?¿mi vecino?¿su auto?¿el motor de su auto?
Chion dice que ‘’un
sonido no siempre tiene una fuente única, sino al menos dos, incluso tres o aún
más.’’ (Chion,1993:35).Ese podría ser también el caso de un tren en marcha:
¿cuál es la causa de su sonido?¿el motor?¿el chirrido de los rieles y las
ruedas?¿la sirena?¿el maquinista que lo hace mover?¿los pasajeros?
La respuesta
dependerá desde que posición de escucha se está percibiendo el objeto sonoro,
ya que para cada escucha se transforma en un objeto sonoro diferente. En este
caso se trata de la escucha causal de un sonido, pero, como hemos visto, la
misma tiene varios niveles hacia su interior y también hacia su exterior.
Un mecánico
automotriz, desde una escucha causal especializada, tal vez sólo dirija su
escucha a las variables de los valores del sonido en cuestión: carburación,
sistema de alimentación.
Un peatón, desde
una posición de escucha causal vulgar, se centrará, posiblemente, en el objeto
global y de allí definirá de qué se trata al responderse la pregunta ¿qué es
eso que escucho?: es un auto, es un tren. No se detendrá, en una primera
impresión, a escuchar uno de los sonidos en particular, como en el caso del mecánico,
sino que percibirá el conjunto. Probablemente, si alguno de los sonidos resalta
por sobre otros, como el caso de la sirena del tren, entonces el sujeto pasará
al fondo de su escucha los sonidos restantes y se centrará en ella, habiendo
anclado en otro nivel de escucha al hacerse nuevamente la pregunta de ¿qué es
eso que escucho? dentro del contexto de la escucha causal general del sonido
del tren.
Entonces, la
causa por la cual un sonido suena dependerá, como dijimos, de la posición de
escucha en relación al sonido que tome el sujeto en cuestión.Sin embargo, no
cerraremos este tema aún y lo desplegaremos en la última sección atravesado por
la pragmática.
En el Tratado de
los objetos musicales no se menciona el término ‘’escucha causal’’, como ya
mencionamos al comienzo de esta sección, sino que se la explica a grandes
rasgos sin darle un nombre específico.
Hasta aquí se ha
trabajado sobre la palabra ‘’escucha’’. Veamos ahora de dónde parte esta
denominación de ‘’causal’’ para la posición auditiva que estamos analizando.
La causalidad
Para comenzar
esta explicación focalizaremos primeramente en dos vocablos, la palabra
‘’causa’’ y la palabra ‘’fuente’’.
En el Tratado,
Pierre Schaeffer denomina al objeto del que surgen los sonidos ''causa'',
refiriéndose a él también como
''contexto o referencias causales''. En otros momentos, lo denomina
‘’fuente’’ o ‘’fuente sonora’’.[5] Schaeffer
utiliza, en conclusión, dos denominaciones para designar el objeto del que
provienen los sonidos, a saber, ‘’causa’’ y ‘’fuente’’.
Para los
especialistas en música, la costumbre es denominar ‘’fuente sonora’’ a
dichos objetos. Silvia Malbrán, Silvia
Furnó y Susana Espinosa en su libro ‘’Resonancias’’, de 1988, nos proporcionan
una definición de este sustantivo compuesto:
‘’El
término fuentes sonoras (…) alude tanto a instrumentos
tradicionalmente utilizados por la música, como a productores
de sonido
no convencionales. Entre ellos, objetos de uso
corriente, materiales sonoros, instrumentos de fabricación
artesanal
y otros generadores de sonido.’’ (Malbrán, Furnó,
Espinosa,1988:24).
En el Tratado de
los objetos musicales, Pierre Schaeffer denomina ‘’fuentes sonoras’’ a los
instrumentos musicales en el capítulo I del Libro I.
Pero cuando se
refiere a la escucha causal utiliza la terminología mencionada al comienzo de
esta sección, es decir que no llama a los objetos productores de sonido
‘’fuentes sonoras’’ sino ‘’causas’’ o ‘’referencias causales’’. ¿Por qué esta
elección de nombres?
Centrémonos, por
el momento, en los indicios del acontecimiento sonoro. Con respecto a ellos, se
podría decir que son sucesos que aluden a otra cosa. Una parte que evoca a un
todo. El indicio es denominado por Schaeffer como ‘’causa’’ del ‘’efecto’’
sonido durante todo el capítulo III del Tratado de los objetos musicales.
Desde el contexto
sonoro-musical estos objetos productores de sonido son denominados ‘’fuentes
sonoras’’, como ya explicamos. Sin embargo, en el mencionado capítulo, son
denominados constantemente como ‘’causas’’ o ‘’contexto causal’’.
Estas
denominaciones pueden estar supeditadas a la posición de escucha del sujeto.
Por ejemplo, para un individuo que está esperando un tren en la estación, éste
no es otra cosa que el vehículo que lo va a transportar de un punto geográfico
a otro. Desde este lugar, el tren sólo sería la causa de los sonidos que éste producirá
cuando se vaya acercando a la estación. En este caso, se trataría de una
escucha causal vulgar. El sujeto no estará pensando lo que escucha como
material sonoro sino como referencias a su objetivo que es desplazarse de un
sitio a otro. En este momento, es muy probable que los indicios sean superados,
suprimidos y conservados en la causa, es decir, que el punto de anclaje subirá
a un contexto globalizador de aquellos al momento del reconocimiento de la
fuente, en este caso, un tren.
Si el sujeto en
cuestión se encontrara realizando una investigación que se correspondiera con
alguna disciplina sonora y/o musical también podrá aplicar la escucha causal
pero, en este caso, será especializada, reconociendo a la causa, ahora sí, como
una fuente sonora. A partir de allí la escucha derivará en el estudio del
objeto desde la especialidad determinada.
Podemos, para
mayor claridad, aplicar preguntas a estas posiciones de escucha. Para un
especialista en posición de escucha causal, la pregunta a formularse podría
ser:’’ ¿A qué fuente sonora me remiten estos indicios sonoros?’’
Para un sujeto en
situación de escucha causal vulgar, la pregunta tal vez se reduciría
simplemente a: ‘’¿Qué es eso?’’
Pero hay más
comentarios que podemos hacer acerca de la denominación de causa para la fuente
sonora.
Ya desde los
antiguos filósofos griegos la noción de causa aparece como tema de discusión.
Algunos autores emplean la palabra ‘’causa’’ para establecer que un determinado
objeto o entidad tiene el poder de producir otro objeto o entidad. En nuestro
caso podemos poner como ejemplo a una fuente sonora, objeto susceptible de producir otra entidad como es
un sonido. Se suele, además, denominar ‘’causa’’ a un fenómeno si su presencia
es condición suficiente para la aparición de otro fenómeno denominado
‘’efecto’’. En algunos casos, como el de un tren en marcha, podremos aplicar
esta definición de causa y efecto, ya que la presencia del mismo es la condición
suficiente que se requiere para que se escuche el sonido de un tren en marcha.
Según David Hume,
la relación temporal de sucesión que vincula a una causa con su efecto es
irreversible. Para él, intervienen aspectos subjetivos en esta conexión, ya que
es el hábito el que nos impulsa a esperar para el futuro algo a lo que hemos
sido acostumbrados en el pasado. Esta es la base de la escucha causal, ya que
nos remitimos constantemente a tratar de re-conocer un objeto a través de
escuchar su sonido. Nos basamos en conocimientos pasados para interpretar el
presente y anticipar el futuro.
Un detalle a
agregar a las consideraciones de Hume acerca de la presedencia temporal de
la causa respecto del efecto es el hecho
de que, si bien estos eventos no podrían ocurrir de manera simultánea, a veces
el efecto dura cierto tiempo y, por consiguiente, cabe la posibilidad de que la
causa permanezca mientras ocurre aquel, habiendo simultaneidad entre causa y
efecto. Este sería el caso de los objetos sonoros. Cuando escuchamos un sonido
estamos en presencia de la fuente o ésta puede presentarse a continuación. En
el caso de los objetos sonoros y la escucha causal, también podría considerarse
una relación temporal retroactiva, ya que, en situación acusmática, estaríamos
escuchando el efecto antes de ver –si es que sucede- la causa de este fenómeno.
Otro dato
interesante es el que aporta Georg von Wright a esta cuestión. Para él, la
noción de causa sólo puede hacerse comprensible a partir de la noción de
acción. Si disponemos de la noción de causalidad natural es porque somos
capaces de ejercer acciones y así modificar los objetos que nos rodean.
Según Chion
podían existir varias causas para un mismo efecto sonoro. Von Wright plantea el
mismo problema de otro modo, estableciendo tres distinciones fundamentales al
respecto. La primera de ellas es ’’hacer’’ y ‘’dar lugar a ‘’, es decir que
haciendo algo, como mover una silla doy lugar a otra cosa, como a que se
produzca un ruido.[6]
La segunda
distinción de Von Wright dice que existe un resultado de la acción y una
consecuencia de la acción. Mover una silla es un proceso que tendrá un
resultado y éste llevará a que sea causa de otro acontecimiento, que es que se
produzca un sonido. El filósofo denomina ‘’consecuencia’’ al efecto de una
acción.
Por último,
considera que existen acciones básicas y no básicas.
Se plantea el
problema de que, el resultado de una acción sea una consecuencia de otra acción
y, así al infinito. Tales eran los casos de los ejemplos que mencionamos acerca
del auto y del tren, donde las causas de que se produzca un sonido pueden
derivar una tras otra: el maquinista encendió el motor,
el motor arrancó, las ruedas comenzaron a moverse, los rieles a chirriar, etc.
Para von Wright esta relativización tiene un límite porque cualquier cadena ha
de finalizar en la descripción de una acción básica, o sea, algo que se hace
directamente y no como consecuencia de otra cosa. Mover una mano o levantar el
brazo son ejemplos de acciones básicas, ya que no se puede decir que se realiza
el acto tal para dar lugar a que se mueva mi mano o brazo.
De este modo
consideramos que queda explicado el motivo por el cual se denomina ‘’causal’’ a
la posición de escucha central de este texto.
Conclusión
Desplegamos hasta
aquí todas las problemáticas que encontramos pertinentes con respecto a la
denominada ‘’escucha causal’’.
Los tipos y
posiciones de escucha planteados por Schaeffer son varios y, en este trabajo,
se plantearon siempre manteniendo como centro a la escucha causal.
Esperamos que lo
expuesto conlleve algún aporte y
deseamos que surjan nuevos interrogantes a despejar por futuros interesados en
el tema.
Bibliografía
Chion,M.(1993). La audiovisión: Introducción a un análisis
conjunto de la imagen y el sonido… Barcelona, Bs.As.,México: Paidós.
Eiriz, C.(1996). Diseño curricular y música:Interrogantes y
respuestas para el docente de música. Bs. As.: Ricordi.
Eiriz,C. (2012). El oído tiene razones que la física no
conoce(De la falla técnica a la ruptura
ontológica).Cuadernos 41. Bs. As.:Centro de Estudios en Diseño y
Comunicación, Facultad de Diseño y Comunicación, Universidad de Palermo.
Gaeta,R. (1996).Modelos de explicación científica: Problemas
epistemológicos de las Ciencias Naturales y Sociales. Bs. As.: Eudeba.
Malbrán,S.,Furnó,S.,Espinosa,
S., (1988). Resonancias: Guía de
Enseñanza, Libro I, Fuentes sonoras, Ricordi, Bs. As.
Schaeffer,P.(1966). Traité des
objets musicaux. Paris: Seuil.
Schaeffer,P
(1988). Tratado de los objetos musicales.
Madrid: Alianza.
[1] Versión castellana detallada en la bibliografía, que presenta
diferencias con su original en francés en lo que respecta a su contenido
escrito, lo que hace que el número de capítulos difiera de uno a otro texto.
[2] Un agradecimiento al Lic.
Claudio Eiriz por haber puesto a mi disposición todos sus materiales y
conocimientos al respecto de estos temas.
[3] Cabe
aclarar que, estas posiciones de escucha son mencionadas aquí previas a las
concientización que el sujeto realizará de ellas.
[4][4] Recordemos que no existen dos voces iguales.
[5] Recordemos
que, a los materiales productores de sonido se los denomina ‘’fuente’’ porque
de ella emanan los mismos.
[6] Nótese
que, con este ejemplo, podrían aparecer múltiples efectos para una misma causa,
como que también se libere un espacio. El fenómeno deberá ser analizado desde
una disciplina específica para que se sepa qué evaluar como efecto, como
explicáramos para las posibles causas en secciones anteriores de este escrito.